Críticas y reseñas
Reseña de la colección de relatos del autor estadounidense, publicada en España por Valdemar. Ficción sobrenatural y terror ontológico para lectores exigentes.
Reseña de la colección de relatos del autor estadounidense, publicada en España por Valdemar. Ficción sobrenatural y terror ontológico para lectores exigentes.
D. D. Puche
16/07/2019 © El Biblioverso
Hace años que Valdemar se ha consolidado
como la mejor editorial española del género de terror, y cuando se abre un
libro suyo uno espera siempre lo mejor. Lo mejor por lo que respecta a los
textos que publican, y lo mejor también en cuanto al cuidado de la traducción,
la edición, etc. Esta ocasión no iba a suponer una decepción, y Noctuario
(Relatos extraños y terroríficos), de Thomas Ligotti, es toda una delicia
para el lector ávido de terror “de autor”. Una colección de piezas de
diferentes extensiones, extrañas y turbadoras, distintas a lo que se sele leer en
este género. Ofrece una experiencia muy diferente a la habitual, ciertamente tan
marcada por una visión personal y obsesiva que podría compararse a la de los Libros
de Sangre de Clive Barker ‒y eso ya es decir mucho‒.
La obra de Ligotti, que viene precedida
por ese bouquet que ha de diferenciarlo del mero escritor de “miedo”, de
“sustos” o de “casquería”, es presentada como ficción sobrenatural. No
es en un escenario de terror explícito donde nos introducimos, sino en un
particularísimo universo muy bien construido, una visión del mundo marcada por
la distorsión de cosas convencionales hasta convertirlas en extremadamente inquietantes
y amenazadoras. Una suerte de “fracaso metafísico” lo impregna todo, insinuando
un colapso de nuestra experiencia, del propio cosmos, que se anuncia en
elementos sutiles y perversos. Cualquier cosa, en manos de Ligotti, es
susceptible de revelarse como la máscara del caos, del abismo de sinsentido que
podría tragarse todo en un instante y conducirnos a la locura. El terror
psicológico de Poe o el terror cósmico de Lovecraft se tornan más evanescentes
y dejan paso a un terror ontológico que se manifiesta en muebles polvorientos,
libros viejos, frágiles recuerdos de la infancia o callejones de una ciudad en
los que parece que el orden universal mismo se pone en entredicho, tirando del
hilo de nuestra compresión cotidiana para deshilacharla por completo. La
economía de medios desplegada por el autor para provocar esas sensaciones es de
una eficiencia asombrosa y, desde el primer momento, nos sitúa en un territorio
desconocido, inquietante, peligroso. Una cita del primer relato de la obra,
probablemente el mejor, aclara la filosofía que recorre el conjunto: «Estar
cuerdo, sostenía, significaba o bien estar sedado por la melancolía o activado
por la histeria […]. Y más allá de estas reacciones mundanas, la única
elevación posible, la única trascendencia válida, era el sarcasmo: un gozo que
aniquilaba el universo visible con burlas de oscuro júbilo, un éxtasis consciente».
Thomas Ligotti (Detroit, EE. UU., 1953), eminente
representante del llamado “horror filosófico”, se ha dedicado más a cultivar el
relato y la poesía que la novela; parece encontrar en la pieza breve una forma
fragmentaria de aproximación a su universo que resulta más coherente que la
narrativa extensa. El ambiente post-gótico y opresivo de su obra nos lleva por
senderos a los que el género no nos tiene acostumbrados, sobre todo en cuanto a
sus sorprendentes y rompedoras “puestas en escena” literarias, que huyen de
cualquier tópico. Según parece, la ansiedad y la depresión que han marcado la
vida personal del autor han encontrado su contrapartida en sus macabras
ficciones, descensos a infiernos personales en los que, efectivamente, todo
sentido parece naufragar y la desesperanza es absoluta. Lo Oscuro, el Vacío, la
Nada, amenazan con devorar toda estabilidad, y desde un primer momento sabemos
que lo conseguirán, que no hay escapatoria, que el final feliz es una contradicción
con la propia estructura del universo, absurdo y despiadado. No parece tampoco
casual, que, junto a Lovecraft, una de las principales influencias reconocidas
por Ligotti sea el filósofo Emil Cioran, apóstol de la negrura y la ruina
existencial. Asimismo, es imposible no evocar a Robert W. Chambers, Arthur
Machen y, por supuesto, a E. T. A. Hoffmann, cuya elaboración de lo
siniestro es el caldo de cultivo del que se alimenta en última instancia
Ligotti (por no decir todos los demás citados).
Noctuario es una de las colecciones de relatos más
representativas del autor. En general, pasearse por sus páginas es todo un
banquete literario; el preciosismo del lenguaje nos adentra en su retorcido
mundo en el que cada cosa está sacada de lugar, de su contexto natural, de modo
que cada personaje o descripción, cada trama, resultan perturbadores; pero ello
no impide ‒al
contrario‒ que cada línea, cada párrafo, produzcan
un absoluto deleite estético. Ligotti es un mago del lenguaje que llega, en
ocasiones, a alcanzar cimas de perfección y purismo poéticos que rivalizan con
los autores que hemos citado como sus influencias. Su fuerte, desde luego, es
su prosa barroca, sus descripciones densas, sus ambientes cargados que anonadan
al lector. El planteamiento de sus relatos es siempre magistral y te introduce
en la locura de una forma sutil, pero sin escapatoria. Sin embargo, es aquí donde
hay que plantear un importante pero, debido al cual, precisamente, no creo que
se pueda poner a Ligotti a la altura de sus maestros ‒si bien lo esté en cuanto al estilo literario‒. Y es que la perfección de un escritor no puede estar sólo
en la belleza formal, en la perfección técnica (a no ser que queramos
caer en un culteranismo hoy fuera de lugar). Y en la lectura de Noctuario
me encuentro una y otra vez con un mal desarrollo de las historias, con una
incongruencia de la forma y el contenido. Casi sin excepción, los relatos
tienen finales malos, y malos por irresueltos; lo narrado no pedía ese
final, hay una inconsistencia, algo que produce una vaga decepción casi en cada
página final.
En resumen, y pese a estos últimos apuntes
críticos, que no quiero que desluzcan el conjunto de la obra, Noctuario
es un libro recomendable para lectores pacientes, habituados a prosas duras y
ambientes opresivos. A aquellos que disfruten con los citados Hoffmann y
Machen, o con Kafka, Blackwood, etc., sin duda Ligotti les parecerá
interesante; al lector medio de Lovecraft o Poe quizá no le satisfaga demasiado,
al menos si es más devoto de las historias en sí que del modo en que éstas son narradas.
En cuanto a los lectores más habituados a Stephen King, Richard Matheson, y
otras prosas sencillas y eficaces, seguramente no encuentren esta lectura muy
de su agrado.
THOMAS
LIGOTTI
Noctuario
(Relatos breves y terroríficos)
Madrid,
Valdemar, 2018
Traducción
de Marta Lila Murillo
Tapa
blanda, 297 páginas
ISBN:
978-8477028871
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