«La sensación
de ingravidez era maravillosa. Se movía sin descanso por la Red, sin conciencia
del paso del tiempo, en una vida que no se contaba por días ni meses ni años
sino por microsegundos; la escala de tiempo propia de impulsos eléctricos que
no tienen limitaciones orgánicas. Una vida en la que se experimenta tanto en
unos cuantos segundos como en varios días; en la que un día es una vida y un
año la eternidad. El acceso a toda la información, la posibilidad de
viajar por los torrentes de datos del Núcleo, desbordaba cualquier capacidad de
representación; era algo inimaginable para una conciencia humana, atada a la
percepción, a los limitadísimos sentidos resultantes de unos cuantos millones
de años de evolución biológica. No podemos imaginar lo que no somos capaces de
percibir, y la Red es el País de las Maravillas que hace que la mente casi
estalle de éxtasis al romper sus propias barreras. Poco más de un siglo de
desarrollo tecnológico había transformado más el intelecto humano que toda la
historia biológica precedente. Ahora el Homo sapiens dictaba el curso de
su evolución.
Lisa sentía
verdadera ansia accediendo a las descomunales bases de datos donde la gente
hablaba de sí misma y se exponía al mundo. Y los medios de comunicación, las
investigaciones científicas, los altibajos de la bolsa... Leía exabites de
información, es más: los absorbía, retenía toda esa información y la
hacía ser parte de sí. Su conciencia crecía por momentos y llegaba más lejos de
lo que jamás pudiera haber soñado. Sabía ya tanto que no podía soportarlo, que
pensaba que se iba a volver loca, que estallaría, por decirlo de algún modo, y
todos esos datos y su propia psique, sus recuerdos personales, su biografía,
quien ella era, se perdería en la infinita vastedad de la Red. Pero ese momento
aún no llegaba, y la sensación de desbordamiento era tan poderosa, tan
adictiva, que no podía evitar seguir y seguir y transformarse a cada instante
en un ser más grande, más sabio, más unido a todas las cosas. A veces jugaba a
traspasar alguna frontera prohibida, las capas de seguridad de una base de
datos protegida, de alguna empresa o gobierno. Para una mente como la suya no
era difícil, en principio; tanto era el conocimiento acumulado y la experiencia
de la Red que poseía. No lo hacía para conseguir nada, porque nada tenía que
ganar ahí, salvo más conocimiento y experiencia, que era lo único que le
importaba. No, lo hacía por pura diversión, para probarse a sí misma. A veces
lo conseguía, aunque por lo general las barreras la repelían y otros como ella,
más poderosos aún, la atacaban. En alguna ocasión hasta le hicieron daño, y
perdió una parte considerable de su información. Pero no importó. Tuvo que
reconstituirse, empezar de nuevo, y casi fue hasta gratificante dejar de saber
todo aquello para poder volver a averiguarlo. El camino era la meta, no había
un final.
Pero claro,
es que Lisa estaba muerta. Era un espíritu de la Red, viviendo una inmortalidad
virtual [...]».
Galaxia errante es una selección de relatos de ciencia ficción, fantasía y terror que ofrecen una reflexión sobre el mundo actual desde la distancia crítica, y hasta irónica, que tales géneros hacen posible.
Galaxia Errante
© D. D. Puche & Grimald Libros
© D. D. Puche & Grimald Libros
214 págs. (2ª edición revisada)
Madrid, 2018
ISBN: 978-1723285448
... tanto en papel como en digital
(epub, Kindle, PDF, etc.).
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